jueves, 20 de septiembre de 2012

TARTA POCOYÓ III, MALDICIÓN SUPERADA!!!!

Debo reconocer que esta tarta me daba bastante miedo, tanto que no paraba de repetirse en mi mente "Pocoyó, la maldición del niño azul!!! uuuuuuuuuuu". Sí, lo reconozco también, tengo largas conversaciones conmigo misma. Sin embargo, y de momento, son voces que controlo y que no vienen acompañadas de imágenes ni de brotes psicóticos.

Esta vez querían que repitiera el Pocoyó sentado, pero debido a que fue con sólo un par de días o tres de antelación tuve que decir que no, porque no se puede una arriesgar siempre a que le pasen desastres de última hora y menos aún cuando ya se ha tenido una mala experiencia con la misma tarta por culpa de que el tiempo siempre es escaso.

Finalmente, acordamos hacer una tarta más clásica y resultona, desde luego también más adaptada a las raciones que necesitaban. Ésto último siempre se ha de tener en cuenta, y es que pedir una tarta de pocas raciones y que se vea es a veces un trabajo de arte y ensayo. Y pasa lo que pasa, que como no tengo medida, acabo perdiendo hasta la camisa y mi maridín acordándose de todos mis antepasados...

Y poco más que decir de esta tarta, porque fue coser y cantar, sin problemas que añadir a mi larguísima lista de quejas y lamentos. Trabajé a placer, fresquita en la terracita del campo y rodeada de la gente que más me inspira. ¿Se puede pedir más?

Eso sí, las fotos son un poco de rebote, porque me dejé la cámara en casa y el móvil y yo ese día andábamos un poco a la greña. Menos mal que luego decidimos hacer las paces... Ufff, cómo se me va últimamente la pinza.

La tarta es de 15 centímetros de diámetro y de unos 12 centímetros de altura. El bizcocho es de dulce de leche y relleno a una capa de dulce de leche y a dos de buttercream de dulce de leche, cómo no!!! Y eso que no influyo en las decisiones, que a mi el sabor que me pirra es el de las mermeladas rojas con chocolate potente...


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