Apenas cinco días antes de la boda recibí el encargo. ¿Cómo negarse a hacer una tarta así? Lo reconozco, me pudo la ilusión y las ganas antes que la razón, que me decía insistentemente que no me daba tiempo y mil problemas más. Pero ahí que me lancé, sin paracaídas ni nada a una gran aventura creativa. Desde aquí darle las gracias a Carlos, que me dio la oportunidad no sólo de hacer una tarta para gente tan conocida, sino también por no ponerle cortapisas a mi imaginación. Para él también era un riesgo, no me conocía nada más que de oídas y se arriesgó a dejarme hacer. Estoy convencida de que cuando nos vio llegar con el pedazo de tartón se sintió bastante aliviado.
Martes por la mañana: provisión de ingredientes y materiales.
Martes por la tarde: empieza el show!!
Era una auténtica pasada de modelado y personalización, pero no perdí ni un segundo. Fueron cinco días en que apenas dormía 3-4 horas al día, para coronar la noche del viernes al sábado en que sólo dormí hora y media y, ya con los huesos molidos, terminé in extremis la que para mí es mi obra maestra particular. Espero tener pronto la oportunidad de hacer algo parecido, pero con más tiempo para realizarme del todo.
Se trata de 200 raciones, con bizcochos almendrados y con chips de chocolate, rellenos de buttercream de moka y ganaché de chocolate negro bañados en baileys. Una auténtica delicia, pero un faenón que no os imagináis.
Las cúpulas de las carpas están hechas con RKT y el resto torneado.
Para coronar el evento, tuvimos la oportunidad de conocer a los novios y fue un auténtico placer y un orgullo recibir las alabanzas y los aplausos de personas que tienen por costumbre recibir esos halagos. Una gente muy cariñosa y simpática, como no podía ser de otra forma, siendo los payasos más famosos de España.