Ha pasado el tiempo, he evolucionado, he decidido cuál es el estilo con el que me siento cómoda y con el que me expreso mejor. Por eso no podía dejar pasar la oportunidad de trasladar ese estilo a una tarta que, en principio, debía ser algo muy tradicional y costumbrista.
He aquí, pues, el resultado de esa simbiosis entre lo puramente tradicional y una visión anime de nuestras fiestas falleras.
Fue un trabajo de muchas horas, esfuerzo y expectativa. Y es que nunca se sabe si una idea que en tu cabeza y sobre papel queda genial, será igual plasmada en tres dimensiones.
Creo que fue un acierto, con esa cesta con flores tan dulce y esos rostros peculiares y expresivos enfundados en tradicionales trajes de fallera.
La tarta lució en el Casal de la Falla Verge de Sales de Sueca y creo que gustó mucho a las falleras mayores, Ana Belén y Sheila.
Antes de terminar, decir que tanto el bizcocho como los rellenos eran de dulce de leche, el sabor estrella.
