jueves, 20 de septiembre de 2012

TARTA LITTLE EINSTEIN

Hacía ya tiempo que estaba deseando hacer una tarta de estos personajes. A mi chico mayor le gustaban mucho hace un par de años, aunque ahora, a sus "edad adulta" (ocho años) no lo reconocería ni aunque de ello dependiera su propia vida. Pero como uno no puede jurar que de ese agua no beberá y para muestra un botón, me zambullí en su habitación y encontré no solo la nave con sus tripulantes, sino también libros de la colección.

Vanessa y yo somos amigas desde el instituto, o desde la Universidad... Bueno esa es otra historia! El caso es que su hija, Claudia, cumplía tres añitos y quería que le hiciera una tarta tal que así. Y allí que me lancé, con la enorme suerte de trabajar un fondant como Sodifer, que es un maravilloso caballo de batalla, al menos es lo que ha demostrado en verano. A ver si tengo suerte y en invierno no tengo que cambiar de nuevo de marca.. Y ese rojo súper rojo de Sodifer, tan "navelittleeinstein"!!!! (modo suspiro ON).


Cogí los muñequitos, las herramientas, los materiales y mi concentración, me senté en esa terraza que no puedo más que alabar hasta la saciedad y, puedo entenderlo, hasta colmar la paciencia de vosotros, lectores (bueno, eso suponiendo que hay alguien ahí, porque últimamente el feed back brilla por su ausencia mmmm) y me puse a modelar a Leo, Quincy, Annie y June, los cuatro personajes de la serie, intentando que se parecieran lo máximo posible y hacer feliz a Claudia.

La nave dio mucho menos trabajo del que en un principio imaginaba, porque le di una base de RKT y sólo la cabina era la tarta propiamente dicha. Hubiera podido recrearla más fielmente si hubieran sido más raciones, pero de todas maneras me encantó el  resultado. Y a Claudia parece que también, porque según su madre se comió al pobre de Quincy de un bocado!!!

Se trata de un bizcocho de cacao relleno de rica mermelada de fresa, bañado con un delicioso almíbar de cacao que lo hacía aún más jugoso.

Y como no quiero acabar esta entrada sin un buen epílogo os contaré que en mi casa, desde que desempolvamos la nave y su tripulación, han aparecido dos duendes juguetones que están disfrutando de lo lindo con ellos...


TARTA POCOYÓ III, MALDICIÓN SUPERADA!!!!

Debo reconocer que esta tarta me daba bastante miedo, tanto que no paraba de repetirse en mi mente "Pocoyó, la maldición del niño azul!!! uuuuuuuuuuu". Sí, lo reconozco también, tengo largas conversaciones conmigo misma. Sin embargo, y de momento, son voces que controlo y que no vienen acompañadas de imágenes ni de brotes psicóticos.

Esta vez querían que repitiera el Pocoyó sentado, pero debido a que fue con sólo un par de días o tres de antelación tuve que decir que no, porque no se puede una arriesgar siempre a que le pasen desastres de última hora y menos aún cuando ya se ha tenido una mala experiencia con la misma tarta por culpa de que el tiempo siempre es escaso.

Finalmente, acordamos hacer una tarta más clásica y resultona, desde luego también más adaptada a las raciones que necesitaban. Ésto último siempre se ha de tener en cuenta, y es que pedir una tarta de pocas raciones y que se vea es a veces un trabajo de arte y ensayo. Y pasa lo que pasa, que como no tengo medida, acabo perdiendo hasta la camisa y mi maridín acordándose de todos mis antepasados...

Y poco más que decir de esta tarta, porque fue coser y cantar, sin problemas que añadir a mi larguísima lista de quejas y lamentos. Trabajé a placer, fresquita en la terracita del campo y rodeada de la gente que más me inspira. ¿Se puede pedir más?

Eso sí, las fotos son un poco de rebote, porque me dejé la cámara en casa y el móvil y yo ese día andábamos un poco a la greña. Menos mal que luego decidimos hacer las paces... Ufff, cómo se me va últimamente la pinza.

La tarta es de 15 centímetros de diámetro y de unos 12 centímetros de altura. El bizcocho es de dulce de leche y relleno a una capa de dulce de leche y a dos de buttercream de dulce de leche, cómo no!!! Y eso que no influyo en las decisiones, que a mi el sabor que me pirra es el de las mermeladas rojas con chocolate potente...


TARTA MAX

No sé cómo me puede dar tantísima pereza a veces actualizar el blog, cuando en realidad suelen ser ratitos agradables de paz entre tanto estrés del día a día... Y luego no me administro las entradas, las publico todas juntas y !halaaaa! En fin, que cada cual es como es y por eso no se puede hacer nada, nada más que disfrutar con lo que se hace con placer.

Esta tarta se puede decir que la hice en tiempo record. Vamos, creo que el bizcocho estaba caliente y todo (es un decir, no lo hagáis jamás de los jamases!!!!). Me lo pidió mi hermano para sorprender a mi cuñado en su cumpleaños. Ufff, me doy cuenta de que su cumpleaños fue hace ya más de un mes y aún ni siquiera estaba esta entrada en el blog. !Qué desastre de mujer!

Si fuera yo, Georgia Sutter y esto fuera Puckycakes , esto podría estar a caballo entre una tarta normal y un "puckysastre". Pero como no lo soy, ya me gustaría a mí, diré que lo que pudo acabar en un auténtico churro, quedó apañado e incluso bonito.

El problema empezó cuando una servidora, que no sabe decir que no, aceptó el día de antes el encargo. Y, aunque si bien es verdad que no manejé el bizcocho caliente, hay que decir que con un bizcocho hecho 12 horas antes es difícil trabajar. Y pasó lo que pasó, que se me rompía. Y de querer hacer una tarta normalita con su perro en 2D me vi en la situación de tener que cambiar el diseño entero para adaptarme a lo que parecía un auténtico desastre.

Llegó un momento en que me senté frente al bizcocho, con su relleno, su almíbar, su aspecto desaliñado y vergonzante y me dije "¿cuándo te has encontrado en esta situación?, ¿qué hiciste?". Bueno, eso y "tierra trágame!!!!" o "ayyyyy me mueroooo!!!!". Y entonces, cuando todo parecía abocado al completo fracaso, se encendió una bombilla en mi cabeza y di con la solución. Decidí que como pretender que el bizcocho volviese a su ser era misión imposible, podía adaptar el diseño de la tarta a la forma que me sugería el bizcocho, que en ese momento tenía un aspecto regordete y abombado.

Así que me imaginé a Max, el pastor alemán de mi cuñado, disfrutando de un baño fresquito en el campo, dentro de un enorme barril. Y me quedé enamorada de la idea, porque aunque de original no tiene gran cosa, me pegaba totalmente ver a ese precioso ejemplar, que adora el agua, dentro de mi tarta. Así que me puse manos a la obra antes de que se despertaran mis fierecillas y la concentración se fuera al garete y salió esta tartita. No está mal, ¿no? Después de todo la hice en una mañana y con todas las trabas del mundo mundial...

Se trata de un bizcocho de dulce de leche, relleno de buttercream de dulce de leche, que parece que es el sabor del verano, porque todo el mundo se lo pide.